Concepción Balmes 2007
La Aventura de la Pintura
La pintura es siempre un invitación. Una ventana abierta. Una experiencia interna tanto para el pintor como para el espectador.
Pintar un cuadro es recorrer un sendero, por momentos iluminado y en otros, oscuro y difuso que nos conduce a la verdad subconsciente. A nuestra verdad.
Los artistas somos seres obstinados y no claudicamos hasta ver la luz, pues para ser pintor hay que ser un poco salvaje, muy intuitivo y por sobre todo valiente.
Los artistas no sabemos muy bien cual es el momento ni el ingrediente que hace que una superficie pintada se transforme en Obra. Solo estamos presentes allí en ese momento con toda nuestra fragilidad y nuestra fuerza comprometidos al cien por ciento.
La pintura tiene mucho de alquimia y el resto es sudor y persistencia. La energía que desplegamos al pintar viene de un espacio que esta mas allá del mundo físico, impregnando la obra de humanidad. Esto le da un valor único a este trozo de existencia hecho forma y color.
A los pintores se nos hace difícil la objetividad respecto a como vemos nuestro propio proceso. ¿Que es lo que ocurre en un artista en el momento de pintar un cuadro? Aquí es adonde comienza la aventura de lo imprevisible y se nos aparece una cadena de hechos concientes e inconscientes que actúan entre si articulando una secuencia que se transforma a través de la imagen en totalidad y que finalmente denominamos Obra. En este proceso la razón tiene muy poco que hacer y nuestra alma mucho que decir.
Crear una obra de arte es un viaje mágico que nos lleva a explorar mundos desconocidos. Es una aventura y un gran salto al vacío.
La obra de Margarita Garcés nos invita a entrar en el espacio interior, en el cuarto propio, para descubrir algo mas acerca de la gran aventura que es la pintura.
Entramos en la intimidad de la artista y estamos frente a una serie de obras de gran subjetividad y al mismo tiempo de mucha libertad expresiva.
Estas obras por momentos nos parecen silenciosas, sutiles y sensibles y en otros, vibrantes audaces y vigorosas. La unidad temática ,la acertada paleta y el formato homogéneo de la obras nos permite una lectura fluida y clara del conjunto.
El gesto ocupa un lugar primordial en la construcción de estas pinturas. El cuadro se va construyendo a parir de capas superpuestas de múltiples y variados grafismos a los que se suman vigorosos brochazos y manchas. La imagen se trasforma en un tiempo y un espacio autónomo cargado de movimiento y profundidad que se torna por momentos en un misterioso paisaje.
La construcción de la obra acude inicialmente a ciertos elementos figurativos como la hoja manuscrita de un cuaderno de apuntes o el secreto protegido de un diario de vida, sin embargo la artista termina prescindiendo casi completamente de ellos y se lanza en una aventura cuya intensidad y propósito es ni mas ni menos que el simple y maravilloso acto de pintar, siendo lo accidental su mayor recurso operativo.
La acción , la ejecución libre y espontánea y el dinamismo del trazo gestual es sin duda el punto central de la obra. Una obra en la cual el empleo de manchas y líneas con ritmo expresan visiblemente el estado psíquico de la artista en el momento de pintar.
Hay una marcada preferencia por el blanco, el negro y los colores brillantes que se amarran entre si a través de algunas nubes de ocres traduciendo estados anímicos intensos.
En esta muestra la superficie de la tela y del papel se transforman en un espacio de acción, lo que sitúa la pintura de Margarita Garcés en la línea del Expresionismo abstracto.